Gato Roboto es una experiencia pequeñita y adorable, como un minino que puedes acurrucar en la palma de tu mano y que pide poco más que atención y cariño. Es el viaje de la gatita Kiki y su dueño Gary por los confines espaciales con un planteamiento calcado al de los metroidvania, por lo que la exploración, el backtracking y la recolección de piezas para mejorar el equipo son parte central de su diseño. Pero si las aventuras de Samus apuestan por la complejidad del diseño de niveles y la inquietud que genera sus escenarios desolados vestigio de civilizaciones antiguas, la de Kiki apuesta por ser mona. Por parar un momento a lavarse (eso no pasa, pero podría pasar perfectamente), que tampoco es culpa suya que la nave de Gary haya tenido un percance, se haya estrellado en un planeta desconocido y ahora esté atrapado entre los escombros. ¡Como si fuera culpa de Kiki! No, no; cada cosa a su tiempo. Que igual ahora pues van bien unos mimos. Pero el caso es que después de que la nave se siniestre en territorio desconocido, Gary queda inmovilizado y le toca a la pobre gatita pagar el pato y salir a investigar. Con resignación. O pasotismo, cuesta diferenciarlo cuando hablamos de gatos. Y como un pelaje tan delicado se lleva regular con las exploraciones espaciales, se monta en un meca.
Gato Roboto es Metroid si viviéramos en una línea temporal alternativa en la que los gatos dominaran el cotarro y diseñaran videojuegos. O bueno, quizá eso ya ha pasado.
Y como buen ejemplo práctico de la frase hecha "en el pote pequeño está la buena confitura", lo nuevo de doinksoft y Devolver Digital es un juego con estilo gráfico de 8 bits corto y directo, uno de esos que mis compañeros tendrían a bien calificar como "fresquito e ibicenco" que te soluciona una tarde calurosa de verano. No tiene, efectivamente, la complejidad de los Metroid, ni muchísimo menos. No vengáis buscando eso aquí porque no lo vais a encontrar. Tampoco lo pretende. Es una simplificación total de la fórmula de los metroidvania con un sentido del humor agudo y consciente, y que, como dije en el avance de hace unos días, "no existiría si no fuera por la época que nos ha tocado vivir, por internet y por los memes de gatos", por esa narrativa que rompe constantemente la cuarta pared y que sabe que cuenta con la confidencia y predisposición del jugador. Hay una rana que te echa un cable mejorando tu equipo, una caldera con bigote que está muy enfadada por unas movidas y jefes finales que son ratoncitos en meca. Y también una historia simple con un desarrollo muy entretenido. De ese palo.
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